viernes, 16 de septiembre de 2016

El Cid Campseador

La denuncia (con carácter preventivo e intimidatorio, para lavar su honor) de Camps contra el guardia civil que firma un informe en que lo involucra en la trama de corrupción y financiación ilegal hace aguas por todos lados, rozando el esperpento jurídico, y se reduce a "no es verdad (porque) me perjudica; y me tiene manía, salta a la vista (y eso que no se conocen)".
Aquí.
Camps se arroga la valoración de la prueba y se la hurta al juez, que tiene la obligación de retrazar el iter de las confesiones en que se cita e inplica a Camps, como guardaagujas de los flujos de dinero ilegal.

Si prospera este tipo de denuncia y filibusterismo procedimental en España, la regeneración está abocada al fracaso y la corrupción seguirá medrando, pues será imposible procesar a nadie, si este nadie dispone de recursos para impugnar todo lo que le perjudica en el expediente tant pronto se levanta el secreto del sumario.


El honor de Camps no reside en es informe de la Guardia Civil ni debe defenderse en ese nivel.