domingo, 2 de octubre de 2016

Mucho "que" para pocas nueces


El problema de fondo del socialismo es que no afronta su ambigüedad ontológica.
En Alemania, un desafío muy inferior al catalán habría coaligado a conservadores y socialistas; en España, se lleva por delante al socialismo, y, de paso, al centrismo que no llega a consolidarse (C's es una mera aspiración).

Ayer, con la escenificación del asesinato en el Comité Federal, se puso de relieve la irresoluble contradicción del PSOE: los susanistas se vieron obligados a matar a Sánchez antes de hora (habrían preferido que se lo cargara el NO es NO); y los sanchistas querían apelar a la militancia para resurgir como un Corbyn de la vida, un administrador de la irrelevancia.

La batalla de Ferraz no tenía ganador, pues era un suicido por etapas.
Nada impide que Sánchez se presente a las primarias y arrase, por la simpatía que concita el buen perdedor si, además, es víctima de un golpe de mano deleznable a mano alzada.

(Dicen los críticos que la mano alzada era obligada por el reglamento; incluso si fiera cierto, el secreto de la votación -base de la democracia- se imponía ayer por profilaxis para evitar la fractura, y porque el resultado no se habría visto condicionado por las posibles represalias de los miembros que dudaban y que tenía el ojo de su Susana o su Lambán de turno clavado en su cogote.



En realidad, el Congreso extraordinario será. Unos los querían en unas semanas, otros, en unos meses. Por esa discrepancia de calendario ayer se puso por delante el interés de los bandos al del partido, y los del partido a los del país.



Para que no haya terceras elecciones en diciembre tienen que darse estas circunstancias:

Que el rey abra una nueva ronda de consultas.
Que en ésta, el presidente de la gestora del PSOE insinúe al monarca que el PSOE o parte de él podría abstenerse en favor de Rajoy. (No me gustaría estar en el pellejo de los diputados que deberán abstenerse, pues la votación es nominal).
Que Rajoy prefiera este apaño a unas terceras elecciones que podrían darle en enero un gobierno con muchas menos hipotecas socialistas y ciudadanistas.
Que el día de la votación algunos diputados socialistas voten abstención o se ausenten para que Rajoy sea investido y que acepten arrostrar el sambenito del traidor.

Mucho "que" para tan poca nuez.